Hoy, desde Mas que Gourmet, queremos acabar con uno de los mitos gastronómicos más extendidos en torno a uno de los alimentos más consumidos por la sociedad.
La pasta es uno de los alimentos preferidos por mayores y pequeños de medio mundo. Fácil de encontrar y preparar, constituye un alimento versátil y popular, pero en torno a su consumo buena parte de la población considera que la pasta engorda.
Pues nada más lejos de la realidad, más al contrario, se aconseja el consumo de hidratos de carbono para prevenir la obesidad.
El último Informe, emitido en consenso por once sociedades españolas de nutrición, sobre Prevención y tratamiento de la obesidad, concluye que las dietas que incorporan mayor contenido de carbohidratos complejos, entre ellos la pasta, se asocian a unos resultados de menor peso corporal.
La pasta seca contiene cerca del 75% de su peso en carbohidratos complejos, de ahí su importancia en toda dieta sana, sobre todo si se trata de pasta integral.
Para comer o para cenar
Muy a pesar de lo extendido de esta idea, no hay datos científicos que avalen que su consumo durante la cena facilita la ganancia de peso.
Orígenes controvertidos
La
pasta es un alimento básico en la dieta mediterránea. La preparación,
mezcla de agua y sémola, se hizo popular y conocida gracias a la
combinación con el tomate, una idea gastronómica que surgió en el sur de
Italia hace más de 200 años. No obstante, su orígen es muy
controvertido, y
según la Organización Internacional de la Pasta, son muchas las teorías
que se han elaborado en torno al origen de este alimento.
Algunos
investigadores adjudican el descubrimiento a Marco Polo en el siglo
XIII, cuando la introdujo en Italia de vuelta de uno de sus viajes a
China, en 1271. En sus libros de maravillas del mundo, Marco Polo hace
referencia sobre la pasta en China. Para otros se remonta mucho más
allá, a antiguas civilizaciones etruscas, que la elaboraban mediante la
trituración de diversos cereales y granos mezclados con agua, que
posteriormente cocían, resultando un alimento sabroso y nutritivo.
No muy cocida
A pesar de que una cocción más prolongada hace que sea más digerible -algo muy interesante para las pastas integrales-, para que los hidratos de carbono complejos de la pasta tengan una absorción lenta, ésta ha de quedar cocida al dente, es decir, cocida por fuera y semicruda en su interior.
Hervir en exceso la pasta provoca que sus nutrientes se diluyan (por su mayor retención de agua). La pasta cocida al dente tiene menor índice glucémico que si está excesivamente cocida. Esto implica que los hidratos de carbono se liberan de forma progresiva a la sangre, por lo que las personas que realizan actividad física, como los deportistas, pueden rendir durante más tiempo si la consumen cocinada de este modo.
No obstante no existen evidencias que permitan afirmar que la carga glucémica de la dieta se asocie a un incremento del peso corporal en adultos.
El modo apropiado de cocer la pasta es calentar un litro de agua con un chorrito de aceite por cada 100 gramos de pasta. Y añadir la sal y la pasta en cuanto rompe a hervir el agua
A nosotros desde luego, ¡nos encanta!
La pasta es uno de los
alimentos preferidos de mayores y pequeños en España (y medio mundo).
Puede encontrarse en cualquier restaurante y es muy fácil de preparar en
casa. Y como ocurre cuando algo es tan popular, se trata de un alimento
lleno de mitos y leyendas nutricionales que desde Consumer se encargan
de aclarar.
¿La pasta engorda?
Buena parte de la población cree que la pasta engorda. Nada más lejos de
la realidad. El más reciente consenso de prevención y tratamiento de la
obesidad, firmado por once sociedades españolas de nutrición, revisó a
fondo esta cuestión y llegó a la conclusión de que las dietas con mayor
contenido de carbohidratos complejos (como los contenidos en la pasta)
se asocian con un menor peso corporal. Es más, aconseja incluir una
importante presencia de carbohidratos para prevenir la obesidad. El
contenido de carbohidratos complejos en la pasta seca asciende a casi el
75% de su peso, de ahí su importancia en toda dieta sana, sobre todo si
se trata de pasta integral.
¿Es mejor comerla a mediodía o para cenar?
Es fácil encontrar información que señala que los carbohidratos
ingeridos por la noche aumentan la ganancia de peso, pero se trata de
una creencia sin sostén científico. Ninguna guía dietética de referencia
hace alusión (por falta de plausibilidad argumental) al momento en que
debe ingerirse un alimento.
¿Cuál es el modo correcto de cocer la pasta?
La cocción de la pasta es un detalle al que, en ocasiones, no se le
presta la atención necesaria. Para asegurarse de hacerlo bien, conviene
seguir siempre las indicaciones del fabricante. Y es que el modo en el
que se cocine la pasta influye en que esta sea fuente de energía lenta o
todo lo contrario, que se convierta en un alimento rico en azúcares de
fácil y rápida asimilación. Esto último explica que al poco tiempo de su
consumo se vuelva a tener hambre. Para que la pasta sea una fuente
excelente de hidratos de carbono complejos de absorción lenta ha de
quedar cocida "al dente", es decir, cocida por fuera y semicruda en su
interior. El modo apropiado de cocer la pasta es calentar un litro de
agua con un chorrito de aceite por cada 100 gramos de pasta. En cuanto
rompe a hervir el agua, se añade un puñado de sal y la pasta. Después se
remueve de vez en cuando para lograr que quede suelta. Para saber si ha
alcanzado este punto, se puede sacar de la cazuela un macarrón o un
espagueti, partirlo por la mitad y comprobar si el interior queda algo
cruda (de color diferente). En ese momento se retira del fuego y se
escurre.
¿Es malo cocerla mucho?
Hervir mucho la pasta hace que sus nutrientes se diluyan (por su mayor
retención de agua). Por otra parte, una cocción más prolongada hace que
sea más digerible (algo muy interesante para las pastas integrales en
personas no habituadas a tomar mucha fibra) y existe la preocupación de
que ello pueda generar más obesidad, debido a la mayor rapidez de
absorción de sus carbohidratos. No obstante, el consenso de obesidad
antes detallado señaló que no existen evidencias que permitan afirmar
que la carga glucémica de la dieta se asocie a un incremento del peso
corporal en adultos.
Otras dudas a la hora de cocinarla
La forma de la pasta, ¿es sólo cuestión de estética?
La forma de la pasta no es casual: en función de ella, se presta mejor a
unas u otras preparaciones y rinde más en cada una de ellas.
Las de menor tamaño (fideos, lluvia, estrellitas...) se utilizan,
por lo general, en sopas.
Las cintas largas (espagueti o tallarines) o las hebras dan mejor
resultado con salsas cremosas.
La pasta tubular (macarrones, plumas...) gracias a su hueco interior
almacena la salsa con la que se condimenta y "despierta" los paladares
más exigentes.
Las formas más extravagantes es mejor utilizarlas para ensaladas de
pasta.
Algunas de las formas son lo bastante grandes (conchas o gigantones)
como para ser rellenadas y horneadas. Cuantas más curvas y más
recovecos tenga la pasta, mejor combinará con preparaciones que
incorporen trozos de carne, pescado o verduras.
¿Qué salsas van mejor con cada tipo de pasta?
Por su forma y tamaño, hay pastas que casan mejor si se acompañan con
una salsa que se adapte a ellas y potencie su sabor. De este modo:
Para las pastas largas (tallarines, espaguetis, cintas): salsa de
tomate o apenas especiada (napolitana), salteados de marisco (fruti di
mare), salsa alioglio (ajo y aceite), carbonara ligera con nata y huevo
,o salsa pesto.
Para las pastas tubulares (macarrones, plumas): opciones más
contundentes, como salsa boloñesa, salsa carbonara con tocineta, salsa
funghi, salteados con tocineta, bacón o salchichas con salsa de tomate o
con bechamel.
Para las formas grandes (conchas, regatones): potajes como la
escudilla o salsa con verduras. También se pueden rellenar con foie o
con setas y luego servir con una sala ligera o como guarnición.
Para las formas pequeñas (fideos, estrellas): lo mejor es elaborar
con ellas sopas, caldos y fideua.
Ver más en:
http://www.20minutos.es/noticia/1753269/0/pasta/mitos/engorda/#xtor=AD-15&xts=467263
La pasta es uno de los
alimentos preferidos de mayores y pequeños en España (y medio mundo).
Puede encontrarse en cualquier restaurante y es muy fácil de preparar en
casa. Y como ocurre cuando algo es tan popular, se trata de un alimento
lleno de mitos y leyendas nutricionales que desde Consumer se encargan
de aclarar.
¿La pasta engorda?
Buena parte de la población cree que la pasta engorda. Nada más lejos de
la realidad. El más reciente consenso de prevención y tratamiento de la
obesidad, firmado por once sociedades españolas de nutrición, revisó a
fondo esta cuestión y llegó a la conclusión de que las dietas con mayor
contenido de carbohidratos complejos (como los contenidos en la pasta)
se asocian con un menor peso corporal. Es más, aconseja incluir una
importante presencia de carbohidratos para prevenir la obesidad. El
contenido de carbohidratos complejos en la pasta seca asciende a casi el
75% de su peso, de ahí su importancia en toda dieta sana, sobre todo si
se trata de pasta integral.
¿Es mejor comerla a mediodía o para cenar?
Es fácil encontrar información que señala que los carbohidratos
ingeridos por la noche aumentan la ganancia de peso, pero se trata de
una creencia sin sostén científico. Ninguna guía dietética de referencia
hace alusión (por falta de plausibilidad argumental) al momento en que
debe ingerirse un alimento.
¿Cuál es el modo correcto de cocer la pasta?
La cocción de la pasta es un detalle al que, en ocasiones, no se le
presta la atención necesaria. Para asegurarse de hacerlo bien, conviene
seguir siempre las indicaciones del fabricante. Y es que el modo en el
que se cocine la pasta influye en que esta sea fuente de energía lenta o
todo lo contrario, que se convierta en un alimento rico en azúcares de
fácil y rápida asimilación. Esto último explica que al poco tiempo de su
consumo se vuelva a tener hambre. Para que la pasta sea una fuente
excelente de hidratos de carbono complejos de absorción lenta ha de
quedar cocida "al dente", es decir, cocida por fuera y semicruda en su
interior. El modo apropiado de cocer la pasta es calentar un litro de
agua con un chorrito de aceite por cada 100 gramos de pasta. En cuanto
rompe a hervir el agua, se añade un puñado de sal y la pasta. Después se
remueve de vez en cuando para lograr que quede suelta. Para saber si ha
alcanzado este punto, se puede sacar de la cazuela un macarrón o un
espagueti, partirlo por la mitad y comprobar si el interior queda algo
cruda (de color diferente). En ese momento se retira del fuego y se
escurre.
¿Es malo cocerla mucho?
Hervir mucho la pasta hace que sus nutrientes se diluyan (por su mayor
retención de agua). Por otra parte, una cocción más prolongada hace que
sea más digerible (algo muy interesante para las pastas integrales en
personas no habituadas a tomar mucha fibra) y existe la preocupación de
que ello pueda generar más obesidad, debido a la mayor rapidez de
absorción de sus carbohidratos. No obstante, el consenso de obesidad
antes detallado señaló que no existen evidencias que permitan afirmar
que la carga glucémica de la dieta se asocie a un incremento del peso
corporal en adultos.
Otras dudas a la hora de cocinarla
La forma de la pasta, ¿es sólo cuestión de estética?
La forma de la pasta no es casual: en función de ella, se presta mejor a
unas u otras preparaciones y rinde más en cada una de ellas.
Las de menor tamaño (fideos, lluvia, estrellitas...) se utilizan,
por lo general, en sopas.
Las cintas largas (espagueti o tallarines) o las hebras dan mejor
resultado con salsas cremosas.
La pasta tubular (macarrones, plumas...) gracias a su hueco interior
almacena la salsa con la que se condimenta y "despierta" los paladares
más exigentes.
Las formas más extravagantes es mejor utilizarlas para ensaladas de
pasta.
Algunas de las formas son lo bastante grandes (conchas o gigantones)
como para ser rellenadas y horneadas. Cuantas más curvas y más
recovecos tenga la pasta, mejor combinará con preparaciones que
incorporen trozos de carne, pescado o verduras.
¿Qué salsas van mejor con cada tipo de pasta?
Por su forma y tamaño, hay pastas que casan mejor si se acompañan con
una salsa que se adapte a ellas y potencie su sabor. De este modo:
Para las pastas largas (tallarines, espaguetis, cintas): salsa de
tomate o apenas especiada (napolitana), salteados de marisco (fruti di
mare), salsa alioglio (ajo y aceite), carbonara ligera con nata y huevo
,o salsa pesto.
Para las pastas tubulares (macarrones, plumas): opciones más
contundentes, como salsa boloñesa, salsa carbonara con tocineta, salsa
funghi, salteados con tocineta, bacón o salchichas con salsa de tomate o
con bechamel.
Para las formas grandes (conchas, regatones): potajes como la
escudilla o salsa con verduras. También se pueden rellenar con foie o
con setas y luego servir con una sala ligera o como guarnición.
Para las formas pequeñas (fideos, estrellas): lo mejor es elaborar
con ellas sopas, caldos y fideua.
Ver más en:
http://www.20minutos.es/noticia/1753269/0/pasta/mitos/engorda/#xtor=AD-15&xts=467263